Recuerdos de mi niñez

 

Un buen día de invierno, cayo un "nevazo" de más de medio metro, que obligó a los vecinos del pueblo a coger las palas y hacer sendas para poder andar por las calles. Yo vivía por entonces en el Callejón de Gaona.

No existía la televisión, pero teníamos un enorme aparato de radio, con dos grandes ruletas. En el dial se podía leer Moscú, París y otras ciudades, pero bien solo se escuchaba Radio Nacional. La primera vez que vi la televisión fue cuando Salomé ganó el festival de Eurovisión.

Un día al año después de ir a misa, el Alcalde nos conducía a la Plaza de la Fuente, donde en un jardín se encontraba la Cruz de los Caídos y cantábamos el Cara al Sol, con la mano levantada. No llegué a aprender la letra entera.

No había agua corriente y las mozas iban con la carreta y los cántaros a por agua a la fuente, que se encontraba donde ahora está el ambulatorio. Mi padre como era herrero hizo una carreta con un asiento delantero para que yo fuese sentado y equilibrase el peso de los cántaros. El problema es que mis hermanas no podían subir la cuesta de la calle Mayor.

La calle Mayor era la única que estaba empedrada y todavía recuerdo como retemblaba el manillar de mi primera bicicleta de ruedas macizas cuando me lanzaba cuesta abajo.

Recuerdo.. que la carretera dividía el pueblo en dos: la Calle Mayor y el Cerrillo, existiendo gran rivalidad entra los dos barrios. Jugábamos partidos de fútbol Cerrillo-Calle Mayor y bajamos cantando "Hemos ganao, una copa de meaos, los que han ganao, se la han llevao, los que han perdido, se la han bebido". También practicábamos el apedreo y otros deportes similares.

Donde hoy se asienta la casa de Publio y Andrea, se encontraba el huerto del Tío Piluco, donde había un bosque con muchos árboles y allí hacíamos guerras con arcos y flechas. Los arcos los hacíamos con una caña y una goma de recamara de rueda, y las flechas las hacíamos con juncos del río Záncara. Todavía recuerdo el árbol de Tarzán. Cuando llovía mucho se inundaba y entonces los más valientes hacían piraguismo con una artesa.

Otra de nuestras ocupaciones era cazar pájaros (gorriones). Colocábamos cepos con saltamontes como cebo en los montones de trigo de las eras o los cazábamos con el tirachinas o con la "escopetilla de plomos" en los árboles de las escuelas, el huerto del Tío Julio, el huerto del Tío Piluco, etc...

Como nos gustaba imitar a los mayores, comprábamos en el bar de Domingo el Industrial cigarros sueltos de la marca Ideales, Celtas Cortos, etc. y nos los fumábamos en la cueva Pavía y otros sitios recónditos. Cuando no había tabaco nos liabamos en papel de fumar hojas secas de girasol y por lo menos hacíamos humo.

No había agua corriente y hacíamos nuestras necesidades en el corral para alegría de las gallinas. La limpieza se efectuaba con una piedra (eso si, con cuidado de que no hubiese sido utilizada) o en el mejor de los casos algún mengajo de tela, hojas de girasol... cuando nuestro tío traía de la capital periódicos, eso era un lujo. Todavía recuerdo el picotazo que le pegó un gallo a Nico en la cabeza, que incluso lo escalabró (él dice que quería hacerle el huevo).

Los domingos nuestras madres nos limpiaban la cabeza y las rodillas con una palangana de agua y jabón. Para las rodillas a veces utilizaban una teja para quitarnos la roña de las rodillas. Solo nos bañabamos en verano (para no resfriarnos) o cuando íbamos a Cuenca a casa de mis tíos que siempre nos tenían la bañera preparada.

Siempre merendábamos pan y una onza de chocolate, bocado de pan, bocado de chocolate. Los domingos, el que podía disfrutaba del Tulicrem de tres sabores.

No llevábamos reloj y después de comer nos íbamos a jugar a la era de Nicolás. Cuando veíamos pasar el Autorés (coche de línea con Madrid) sabíamos que eran las 3 de la tarde y volvíamos a la escuela.

Gonzalete, tío de mi padre, tenía una vaquería con toros y en ella había un mureco (ovejo) que topaba como un toro bravo y algunas tardes organizábamos festejos taurinos.

David, el carpintero, tenía vacas lecheras y por la mañana temprano las mujeres iban con la lechera a por leche fresca de vaca. Por la tarde Inocente, las sacaba a beber agua al pozo que hay justo delante de su puerta en la Plaza del Ejido y de vez en cuando alguna se le escapaba hacia la era de Colomina.

En el horno, el pan no se pagaba con dinero, sino con unos cartones cuadriculados de color rosa, donde cada cuadradito valía por un pan, y te los iban cortando del cartón conforme te llevabas el pan. El cartón se compraba con trigo o dinero.

Los quintos, que eran los mozos que ese año iban a la mili, desfilaban por las calles del pueblo haciendo sonar soplando una especie de caracola y un bombo. En las casas les daban mantecados, rolletes y alguna copa de licor.

A la entrada del pueblo (donde vive Salustrio) había una fábrica de polos. Todavía recuerdo el aroma a fresa, eran unos polos en forma de tronco de cono con un palillo, envueltos en un papel fino. El dueño se llamaba Felipe Millán y también fabricaba gaseosas y refrescos.

 

Para la fiesta de septiembre, se montaba una plaza de toros con palos de chopo, los burladeros eran trillas. Recuerdo cuando se hacían donde Gonzalete, también junto a la plaza Mayor en el corral del Zarrio, en el corral de los Herminios y en la plaza junto al bar la Invencible donde previamente se celebraba un encierro bajando por la calle Mayor las reses.

Recuerdo que para la fiesta del pueblo se llenaba la terraza del Bar de Zacarías y la gente tomaba cerveza y raciones de gamba salada. Por las tarde la banda de música daba un concierto, bien en la misma plaza, o desde el balcón del Ayuntamiento.

Hablando de toros, recuerdo cuando íbamos a por los toros a la Osilla, donde nunca faltaban aficionados como Gonzalete, Luis, Domingo "el Industrial", Juan, etc.. siempre salíamos tarifando con el mayoral de la finca, decía que éramos los más tontos de toda la provincia.

 

Yo fui de las ultimas generaciones que nació en el pueblo en mi casa, con la ayuda de la tía Pascuala que era una de las comadrona del pueblo, junto con la tía Epifania. Recuerdo que una vecina se puso a dar a luz y yo veía un trajín de mujeres con trozos de sabana, palanganas. Yo no entendía lo que pasaba hasta que de pronto oía llorar a un nuevo vecinito (creo que fue Marcialín). En la foto la tía Pascuala comulgando, los sacerdotes son: Francisco Medina (el que le está dando la comunión) que actualmente es el Director del Museo Diocesano de Cuenca y durante muchos años ha sido el administrador del Monasterio de Uclés y el otro es el Hermano de la Anuncia, ya fallecido.

Recuerdo mi etapa de monaguillo con Don Anastasio, al que recuerdo jugando con nosotros al ajedrez y fumando Bonanza antes de las misas y aquellas zurras que nos tomábamos en la Mezquita.

Un recuerdo que tengo imborrable en mi memoria es el de las "mascarutas", que eran mozos y mozas disfrazados con capuchas y que llevaban una vara en la mano y para carnaval salían por las calle diciendo ¡uuuh, uuuh!. A los pequeños nos sacaban a la calle y todavía me dura el susto de verlas.

 

 

 

Certificado de nacimiento

 

Volver a Página Principal

Volver a Recuerdos

 © Copyright Gonzalo Mantecón Sáez - 30/04/01