La actividad inquisitorial |
El tribunal del Santo Oficio de la Inquisición fue la institución que reglamentó y vigiló el comportamiento religioso, moral y político de España y sus posesiones en ultramar. Ejerció el control sobre mentes y cuerpos de toda la población por varios siglos. La Iglesia y el Estado la consideraban necesaria como parte de la educación social. Los inquisidores, sustentándose mediante penas y castigos públicos, basados en el desprestigio social de hombres y mujeres, hacían respetar las normas establecidas. Con sede en la ciudad de Cuenca, el Tribunal conquense tenía desperdigados por los territorios bajo su jurisdicción numerosos "alguaciles" "comisarios" y "familiares" encargados de hacer llegar hasta él, los casos en los que se sospechaba podría haber una desviación a la norma. Si bien Villar de Cañas dependía eclesiásticamente del arciprestazgo del Castillo de Garcí Muñoz, los asuntos eran turnados a la ciudad de Cuenca, en donde se proseguía la causa. Intuimos que el cura párroco debió ser el principal "agente" de la Inquisición en la villa, y hemos localizado a los siguientes vecinos que fueron designados miembros del Tribunal en Villar de Cañas, tras haber presentado como era costumbre una probanza de su "calidad" y cristiandad: Familiares: Pedro Martínez de Olivares (1602) Pedro Ruiz de Albornoz (1607) Francisco de Cuenca (1614)
Alguacil Francisco Antonio Herraiz Herbas (1776)
Ser miembro del Tribunal confería "honor" en aquella época, era una distinción social que traía aparejados otros beneficios como por ejemplo quedar exento, a la hora de mantener el repartimiento de soldados que llegaban a la población. Los documentos inquisitoriales referidos a Villar de Cañas, si bien escasos permiten como ocurre en otros espacios, acercarnos a las relaciones sociales y a la vida cotidiana, así como a las pasiones que desencadenaban las relaciones humanas, permeadas por el ejercicio desigual del poder. Siguiendo a Dimas Pérez Ramírez, en su Catálogo del Archivo de la Inquisición de Cuenca, Madrid, Fundación Universitaria Española, la actividad del Santo Oficio ejercida sobre vecinos de Villar de Cañas fue mayor en el siglo XVI, habiéndose procesado entre 1560-1599, catorce casos por asuntos como:
En ningún caso por prácticas judaicas, conversos o herejía, lo que hipotéticamente nos coloca ante una típica población rural de "cristianos viejos", bastante alejada de corrientes filosóficas y de "modernidad" cultural, que bien podrían haber aparecido por estar en el camino de herradura entre Valencia y la Corte. En este contexto se encuentra la probanza de limpieza de sangre que ante el Tribunal del Santo Oficio realizó Domingo Saz [Leg. 647, 6 (1)], vecino de Villar de Cañas en 1561. Los casos procesados nos reportan un ambiente en el que el "ayuntamiento carnal" también llamado "fornicación" era la preocupación mayoritaria, seguida de un vocabulario ordinario, repleto de blasfemias.
Lorenzo Buendía ha localizado asimismo los siguientes casos para el siglo XVI, que completan el listado anterior. Alonso Castillo, Jerónimo Castejón y Pascual Collado, todos mozos, familias de ciertos vecinos del lugar de Villar de Cañas fueron testificados por un testigo, mozo de 21 años, de que habría 8 o 9 que estando un día a boca de noche en la Plaza de Villar de Cañas los dichos mozos tratando en cosas de mujeres les había oído decir a todos tres, que no era pecado tener cuenta carnal con una mujer del mundo, pagándoselo. Y el testigo se lo reprendió y les dijo que mirasen lo que decían por que era pecado mortal y grande. Y que entonces todos tres había dicho a voces que pues era ansí, se salían de la duda y creían que era pecado mortal. Y viniéronse los mismos mozos a deferir y dijeron lo mismo testificando los unos contra los otros, hiciéronse procesos de la testificación que cada uno tenía contra si y trajéronse al tribunal. Alonso de Torrijos, pastor, vecino del lugar de Villar de Cañas fue testificado por un testigo, hombre de 29 años, de que había 5 o 6 que estando guardando ganado con el dicho Alonso Torrijos y un hijo suyo, que se llamaba Alonso de Torrijos, y un muchacho, nieto de su amo , tratando en cosas de mujeres el dicho Alonso de Torrijos había dicho que no era pecado tener un hombre cuenta carnal con una mujer del mundo, pagándoselo. Y reprendiéndole dello el testigo había tornado a decir que qué pecado era. Examináronse los contestes y no se acordaron de lo que había pasado. Después pareció el dicho Alonso de Torrijos en la Audiencia diciendo que el testigo decía que él había dicho aquellas palabras y que aunque el no se acordaba pues que el testigo lo decía podría ser ansí. Que pedía perdón con misericordia. Jerónima del Olmo. Mujer de Alonso de Oropesa, vecina del lugar de Villar de Cañas, de edad de 60 años, e vino a deferir de que habría 3 o 4 que estando hablando a su puerta con Miguel del Olmo labrador que le decía que su marido andaba en malos pasos, les había respondido, "hágase lo que quiera" y que diciéndole que mirase que era pecado había tornado a responder, "no es pecado acostarse con su vecina". Examinóse el conteste y dijo lo mismo y que al tiempo que había pasado la plática atravesaba cierto hombre, vecino del dicho lugar, la calle, que podría haberlo oído, examinóse y no dijo nada. Sacóse la testificación y junta con la confesión de la parte se formó proceso y se trajo al tribunal para proseguir la causa. Solamente dos casos más en el siglo XVII y otros tres en el XVIII completan según el catálogo mencionado los casos de Villar de Cañas, la mayoría de ellos por el constante problema de la blasfemia.
Javier Sanchiz (IIH-UNAM)
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