Este es el
cerro Alcolea, más conocido como cerro La Morra. Una falla pudo originar
el desnivel existente entre su cumbre y la fértil vega del río
Záncara. La tradición habla de que bajo este cerro se esconde
un gran tesoro. En sus laderas aparecen gran cantidad de fragmentos de cerámica.
(Gonzalo Mantecón, 2004).
En
las laderas de este cerro, tu suerte Villa,
está en gracia, te mima la
historia y naces de una derrota.
Del hambre y fin de
Alcolea, donde el
incrédulo, apestado, muere hincando
el acero en tus
laderas,oh
Morra. "Elegía a Villar de Cañas", Josele. (Gonzalo
Mantecón, 2004).
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Se cree que el
poblado morisco de Alcolea sufrió los efectos de una devastadora peste, o
posiblemente epidemia transmitida por los mosquitos, ya que se hallaba muy cerca
del río Záncara, en una zona con frecuentes inundaciones. Esto obligó a
trasladar el poblado media legua hacia el este. (Gonzalo
Mantecón, 2004). |
En
su cumbre se ha realizado una excavación y se han encontrado
sillares de piedra tallada que bien pudo ser una muralla o torreón
de vigilancia.
(Gonzalo
Mantecón, 2004).
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Vista
del interior de dichas excavaciones donde se pueden apreciar los
restos de dicha construcción. En la ladera también
se ha encontrado una enorme fosa común donde cubiertos por
una capa de cal se amontonan juntos restos de personas y animales.
Esto confirma la idea de que se produjo una epidemia.
(Gonzalo Mantecón, 2004).
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Al
oeste, desde lo alto del cerro de La Morra, se puede divisar la
aldea de Las Carboneras. A principios del siglo XX, todo este terreno
era un extenso bosque de carrascas, que se explotó para la
fabricación de carbón vegetal. (Gonzalo Mantecón,
2004).
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La casa El
Cura y el camino de Casalonga. El que cruza es el Camino Real. (Gonzalo
Mantecón, 2004). |
El
tesoro de La Morra
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© Copyright Gonzalo Mantecón Sáez - 22/02/04
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